El Espejo de las Verdades
Se cuenta que en los sótanos del Museo de la Tolerancia en alguna ciudad imposible del Medio Oriente—no Jerusalén, no El Cairo, pero una ciudad que sueña ser ambas—existe un manuscrito sin autor ni fecha, pero con un título que ningún lector ha olvidado: El Espejo de las Verdades. Dicen que quien lo abre, no encuentra una doctrina, sino un mapa, o más bien un juego de espejos: uno que muestra la verdad como una sola luz, nítida, dura como un diamante; otro que la multiplica hasta el vértigo, volviéndola una danza de reflejos, todos posibles, todos falsos, todos verdaderos. Este manuscrito (si es que existe) no fue escrito para enseñar, sino para advertir. Advierte contra los que proclaman que hay una sola verdad, y también contra los que se empeñan en negar toda posibilidad de una sola verdad. En ambos casos, nos dice, no se trata de ontología ni de ética, sino de una necesidad. Una necesidad secreta. Los primeros, los monoteístas de la lógica, los adoradores del Uno, nos d...